Mi mundo daba vueltas y ni siquiera sabía donde estaba yo.

Recuerdo las primeras sesiones cuando todo mi mundo daba vueltas y ni siguiera sabía donde estaba yo.
Y desmadejando la situación contigo, me ayudaste a encontrar mi lugar. Sobre todo mi lugar en cuanto a mi posición en la pareja y todo lo que nuestra relación había «creado-construido»: hijos, casa, tiempo de crianza…
Este caminar hacía delante para mirar ese «todo» que había sido mi vida, y en el que yo realmente me había desdibujado.
Y poder distinguir, lo material de lo emocional. Y saber a la vez, que está intimando ligado. Y que lo que habíamos construido juntos en pareja era tan mío como suyo.
Y saber que cuando entiendo que «mi parte es mía», me estoy dando a mi misma la dignidad que merezco.
Así que me ayudaste a abrir los ojos y a caminar por este doloroso proceso con más claridad. Acompañada por tu voz firme, dulce, cariñosa.
Lo viví como un regalo a la mujer que llevo dentro y que a veces no veo.
Y tener la posibilidad de hablar de lo material y también de lo emocional. Escuchar: ¿y tú cómo te sientes?
Entonces escuchar la voz de mi pareja expresando como aún antes no lo había escuchado. Doloroso. Mucho.
Y claro aportándome más información de lo había pasado y estaba pasando. Y la claridad aunque dolorosa ayudaba a transitar este camino que siento que aún no ha acabado.
JG