Tomar la decisión de divorciarme no fue fácil,y más teniendo dos hijos de 8 y 3 años en común y una tremenda dificultad de comunicación con la que fue mi pareja.

Era consciente de la importancia de tener una buena separación de cara a nuestros hijos,  con acuerdos claros y acordados. Judicializar la separación sin intentar llegar a un acuerdo me parecía un acto muy dañino para todos. Y efectivamente decidir optar por el servicio de mediación fue un gran acierto. La presencia de la mediadora nos permitió expresarnos a los dos, hablar de aquello que era doloroso y que al menos yo no me quería quedar dentro. Nos ayudó  a tener una postura más compasiva con el otro y buscar el bien común. La mediadora tiene una enorme capacidad de escucha y de empatía, así como una posición neutral que nos permitió a los dos no sentirnos amenazados. Fue un proceso doloroso para ambos, pero necesario, y sé que sin su ayuda  no hubiéramos podido llegar a conseguirlo. La presencia de un tercero, ayuda mucho y más cuando la comunicación está deteriorada y las emociones a flor de piel.  Creo que es tan importante cuidar la relación en la pareja, como cuidar el proceso de la separación cuando así ha sido decida, para que sea lo menos traumática posible y los apectos económicos, logísticos y emocionales puedan quedar lo máximo posible aclarados y acordados.  La mediación es un regalo para nuestros hijos, nos ayuda cerrar la pareja y acordar nuestros compromisos y funciones como padres y madres y poner el foco en el mayor interés de los menores. Muy agradecida al espacio que encontramos con Marga y su servicio de mediación. G.P