Nuestra crisis se hizo ingobernable durante el confinamiento.

Nuestra crisis matrimonial se hizo ingobernable durante el confinamiento. Cuando por fin pudimos buscar ayuda y salidas a una situación muy incómoda, tuvimos la enorme suerte de dar con Marga. Fue una casualidad maravillosa. Desde el primer encuentro nos hizo comprender que su despacho (acogedor y muy bien dispuesto incluso para estos tiempos de pandemia) era nuestro espacio y que podíamos gestionar la mediaciación a nuestro ritmo: ir despacio, deprisa o interrumpir las sesiones para retomarlas cuando quisiéramos. Nos brindó un apoyo profesional con el que se fueron resolviendo todas nuestras preocupaciones: las dudas jurídicas, las tensiones emocionales, las cuestiones económicas… En un tono siempre tranquilo y tranquilizador, con un enfoque asombrosamente empático, Marga consiguió que acercáramos posturas para que la convivencia en casa, mientras dure el proceso de divorcio, sea lo más cordial posible. Nos ha recordado en todo momento la importancia de que los padres se respeten y colaboren, a pesar de no ser pareja, para que los niños vivan la separación de la mejor manera posible. A pesar de lo difícil que es una ruptura, Marga siempre ha confiado en que podíamos llegar a un buen acuerdo para todas las partes. No hemos terminado el proceso ni hemos firmado aún el convenio regulador. Porque nos estamos tomando un tiempo por cuestiones logísticas y personales. Pero no tenemos ninguna duda sobre a quién a acudir en cuanto queramos retomar el divorcio. Marga nos ha tendido la mano, nos ha abierto la puerta y guarda minuciosamente nuestros acuerdos para que podamos retomarlos cuando queramos: cuando estemos preparados y consideremos que es el momento adecuado para nuestra familia. En definitiva, esta mediación nos ha aportado paz, un camino, una luz al final del túnel, y la certeza de que estamos en las mejores manos posibles.

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